Propósitos no, proyectos sí
Cada final es un nuevo comienzo y como cada año nuevo sentimos el impulso de hacer nuestra lista de propósitos con la firme convicción de mejorar un aspecto de nuestra vida pero es una realidad que sólo se quedan en buenos deseos o intentos fallidos que al no lograrlos nos generan frustración o culpa y finalmente a medio año o antes, nos olvidamos de ellos. Debido a lo anterior, mi propuesta va enfocada a diseñar proyectos y dejar de posponer lo que queremos lograr pero antes de llegar a las estrategias analicemos el origen de la postergación de los propósitos.
Una de las razones por las cuales no cumplimos con dichos propósitos es la poca o nula planeación, algunos ni siquiera los escribimos y esto es importante para tener claro que es lo que realmente queremos. Tratando de ser clara en mi análisis partiré del ejemplo de bajar de peso o mejorar los hábitos alimenticios, o hacer ejercicio, en cualquiera de ellos es claro y aparentemente tienen la intención de mejorar la salud. Sin embargo, eso es la punta del iceberg así que es importante ver que hay detrás de eso, ¿es mi malestar físico, es mi baja autoestima o es mi convicción de verme mejor lo que me motiva? Partiendo de ahí, se siembra o se muere la idea de bajar de peso o mejorar la salud pues no sólo se requiere el interés o la idea se necesita motivación, disciplina, compromiso e inversión de tiempo y dinero para lo cual necesitamos estar emocional y psicológicamente equilibrados, estables o al menos con herramientas para no desfallecer. Si nos vamos al aspecto financiero es similar, queremos un viaje, queremos ahorrar o buscar un mejor empleo pero no hacemos nada para ir construyendo nuestro sueño se convierte en sólo querer pedirle al universo y esperar a que te lo de, y en parte es así pero tenemos que ayudarle.
Partiendo de la idea de dejar a un lado los propósitos y comenzar a trabajar con los proyectos es importante señalar que los proyectos deben ser en primera persona, es decir para llevarlos a cabo deben depender de ti y de nadie más, además deben ser en positivo, evitar el “NO” para describirlo como algo alcanzable. Ahora sí, veamos las sugerencias:
1. Definir por áreas o aspectos que deseas trabajar: salud, pareja, familia, finanzas, pasatiempos o intereses, desarrollo personal o profesional, social, comunidad, espiritual.
2. Un vez que has identificado que aspectos quieres trabajar acomódalos por orden de importancia para determinar a qué área le tienes que invertir más.
3. Evalúa objetiva y subjetivamente como estás en cada área. Por ejemplo, sí es bajar de peso anota cuanto pesas y cuanto quieres pesar, si es de finanzas cuanto ganas y cuanto quieres ganar o cuanto quieres ahorrar. Pero sí es de una relación de pareja evalúa que tan comprometido o que tan entregado estás en la relación para delimitar que aspectos tienes que trabajar para ser mejor pareja como estar abierto(a) al diálogo, expresar tus sentimientos, crear espacios y darle tiempo a tu pareja, etc.
4. Una vez que tengas claras las área a trabajar analiza para qué quieres lograrlo, sí es por baja autoestima o por complacer a alguien antes de inscribirte al gimnasio o hacer dieta trabaja con tu aceptación, ver cuánto vales y que recursos tienes o que necesitas desarrollar para lograr tu meta.
5. Define el tiempo que le vas a dedicar a cada área, eres un ser integral que se divide en mil pedazos, así que comienza a reconocer que es necesario integrarte para poder dar y hacer más. Quieres desarrollarte profesionalmente pero en este momento tus hijos son pequeños quizá este proyecto te tome más tiempo y no lo alcances en un año. No importa, comienza a proyectarlo y determina que te tomará más tiempo del que creías.
6. Delimita tus recursos, de acuerdo a las áreas que tienes en mente separa cuánto dinero, tiempo y esfuerzo requieres para determinado proyecto.
7. Involucra a los demás, comparte cuáles son tus proyectos y que necesitas de ellos. Quizá quieras estudiar o trabajar un poco más y deberás hablar con tu pareja y tus hijos para que se reorganicen y puedes hacerlo.
8. Reconoce que es un proceso y que requiere tiempo, dinero y esfuerzo que con motivación, confianza, disciplina y compromiso lo puedes lograr es por ello que debes hacer pausas, tomarte el pulso emocional y ver si la motivación bajo, o las fuerzas se fueron y ve a recuperarlas, observa sí lo que estás haciendo te está llevando a lo que quieres o que te está alejando.
9. Si no has podido avanzar ten paciencia, date la oportunidad de tomarte más tiempo lo cual no significa postergar o renunciar, significa que necesitas algo más y que sólo es cuestión de tiempo.
10. La ventaja de los proyectos es que son flexibles y adaptables, que se van modificando de acuerdo a los intereses, el contexto y las relaciones lo cual permite que se vayan construyendo y no sólo dejar que se caigan y abandonarlos con una sensación de frustración y culpa.
11. Un punto extra es para aquellos que son más bien visuales es decir que requieren de imágenes y palabras, puedes tener un cuaderno, en tu computadora o teléfono donde escribas todo el proceso y le agregues imágenes que representen lo que quieres. O sí eres auditivo elige una canción o ritmos que te motiven, que te alegren y te ayuden emocionalmente a no bajar la guardia.
Comenzar a trabajar en proyectos requiere tiempo, interés, motivación y constancia que en lo personal he ido mejorando con los años, que aunque algunas veces lo tengo en pausa al ser una persona que le gusta la mejora continua nunca estoy satisfecha y quiero más así que sigo aprendiendo y abierta a hacer o intentar cosas nuevas. Varios de mis proyectos me tomaron hasta 5 años llevarlos a cabo pero nunca dejé que esto me desmotivara y cuando por fin llegaba a mi meta, descansaba o retomaba fuerzas para seguir soñando. La invitación está abierta, ¡propósitos no, proyectos sí!.