Perdida y Duelo
Como parte del desarrollo humano vivimos diferentes etapas que algunas veces no estamos preparados para enfrentar o hacerlo de la mejor manera, ya sea una separación, un divorcio, una pérdida de empleo, una ruptura amorosa, sentirnos desmotivados o desconectados, sentirnos con “baja autoestima o deprimidos”, son procesos de desarrollo, como el árbol que pasa por distintas fases y no deja de ser árbol por no tener hojas, así los seres humanos debemos aprender a vivir nuestros procesos, experiencias y vivirlas de la mejor manera.
Desde nuestro nacimiento y durante toda nuestra vida pasamos por procesos psicoemocionales, entendiendo como psicológico toda aquella experiencia que interpretamos y le damos un significado que la categorizamos o conceptualizamos como buena o mala, agradable o desagradable etc., Y dicha interpretación depende del contexto y las personas significativas que están a nuestro cuidado que generalmente es a quienes amamos. Por otro lado, lo que nos genera emocionalmente esa interpretación influye durante el proceso y experiencia siendo estos dos aspectos simultáneos y continuos pues van marcando nuestra memoria. Desde el destete, el aprender a caminar, dejar el pañal, ir a la escuela o guardería y dejar a mamá en casa, pasar de un nivel escolar a otro, en fin, en etapa vivimos ciclos de vida-muerte-vida en los cuales sí aprendemos de ellos cada vez será más sencillo desapegarnos o desprendernos, aprender, crecer y avanzar. Los problemas o dificultades surgen cuando no tenemos los recursos relacionales y/o emociones que nos ayuden a enfrentar de la mejor manera cada situación por lo que nos quedamos “atorados” y sin “cerrar ciclos”, y cuando surgen rupturas, separaciones o muertes tanto físicas como emocionales sentimos que nuestra vida se cae a pedazos y de alguna manera así es, al menos como hasta ese momento estaba nuestra vida siendo necesario pasar por las diferentes fases del duelo; negación, enojo, tristeza o depresión, negociación y esperanza. El tiempo que requiere cada fase dependerá de nuestros recursos relacionales y emocionales teniendo relevancia nuestro mundo interior y nuestras experiencias vividas.
La terapia de pérdida o duelo se centra en un acompañamiento amoroso de reestructuración y redefinición de la experiencia buscando los aprendizajes, reconociendo las responsabilidades, en un proceso de autoconocimiento y así diseñar las estrategias que permitan avanzar a la siguiente etapa.
Alicia Quevedo Marín
Scarlet me acompañó en mi proceso de terapia durante mi adolescencia, era la primera vez que me acercaba a un proceso así, siempre me sentí acompañada y en un lugar seguro. Me ayudó a conectar con mis emociones, comenzar a abrazarlas con el corazón y entenderlas. Me ayudó a mejorar la relación con mi familia y agradezco infinitamente que pude establecer relaciones de amistad basadas en el amor, el cuidado y la reciprocidad.
Mi vida como adolescente mejoró mucho, comencé a disfrutar más del camino de descubrir quién era yo. Fue muy importante tener una guía y a alguien que me escuchará y pudiera verme más allá de los prejuicios que se construyen alrededor de nuestro ser adolescente. Una gran experiencia.